El deseo de superación de mujeres que trabajan en los comedores de Arequipa

Griselda Rodríguez ingresa apresurada a la cocina. Deja un plato sucio y toma otro con comida para regresar al comedor. \”Sirve una malaya, una sopa y una chuleta\”, le dice a Valentina Condori, la cocinera, antes de salir.

Este mes les tocó a ellas y otras tres compañeras preparar la comida del comedor popular San Martín de Porres, ubicado en El Porvenir, una de las zonas más pobres del distrito de Miraflores. Como este, hay 214 comedores en la provincia, donde colaboran 3500 mujeres. Algunos están mejor implementados que otros, todo depende del nivel de organización de sus miembros y del apoyo del Estado.

Un proyecto de ley podría ayudarlas. Es una norma impulsada por la congresista Alejandra Aramayo que  pretende convertir a los comedores en unidades productivas, que les permitiría tener personería jurídica y solicitar créditos para mejorar y cumplir su objetivo: combatir la pobreza y luchar contra la desnutrición.

“La idea es que puedan tener personería jurídica para lograr préstamos. De esa forma expandir sus horizontes empresariales, como dar servicios a empresas o al mismo Estado”, explicó la parlamentaria.

Poco presupuesto

Los comedores se crearon hace 30 años en el gobierno del exdictador Alberto Fujimori. Desde ahí poco se ha hecho para darles impulso. Las últimas cifras muestran el fracaso. El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) indica que en la región creció a 15% y uno de cada tres niños menores de cinco años tiene anemia. Pero no es culpa de ellas, sino de un sistema que no se preocupa en empoderarlas.

Estos centros dependen directamente del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis); sin embargo, son los municipios provinciales los encargados de coordinar y dotar de insumos. \”Pero con un presupuesto de S/1.6 millones podemos darles arroz, menestras, conservas de pescado y aceite una vez por mes\”, explica Franco Navarro, subgerente de Programas Alimentarios y Vaso de Leche de la Municipalidad de Arequipa. Lo restante, verduras, papas y fideos, deben adquirirlo las madres con los recursos que generan con la venta de sus platos.

Empoderamiento

En total son quince las mujeres que participan en el comedor popular San Martín de Porres. Venden a S/ 5  el menú a los clientes, cuando en los restaurantes el precio mínimo es de S/ 7. Mientras que el costo para las socias y sus familiares es de S/3.50. Una ganga. Los platos saben muy bien y tienen un buen aspecto, nada que envidiar a los restaurantes.  En promedio atienden a 40 comensales diarios, pero hay días malos. \”Ayer se nos quedó la comida, no vino mucha gente\”, explica Griselda.

Estar en el comedor solo es un apoyo, por eso buscan trabajos esporádicos. “Hay compañeras que no vienen por un tiempo porque se buscan la vida. El comedor solo no rinde”, cuenta Valentina.

Ley palanca

La labor de esta mujeres dio  algunos frutos. En 2017, el comedor Virgen de Chapi del Alto Selva Alegre logró ganar el premio Teresa Izquierdo en Mistura, la feria gastronómica más grande del país. “Es una muestra de que estas madres tienen potencial para formar negocios productivos y de éxito”, añade  Navarro.

Las condiciones del comedor de San Martín de Porres no son las mejores. Les faltan ollas, sartenes, un refrigerador nuevo, lavatorios en buen estado y mucho más. “Hemos estado así desde hace 20 años, nos gustaría dejar de depender del Estado y también crecer”, añora Griselda.

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