El pisco y sus rutas arequipeñas

En ruta. Documentos dan cuenta que los primeros viñedos se sembraron en los valles de Arequipa. El esplendor de la producción pisquera ocurre en la colonia, la bebida llegó hasta los Estados Unidos.

Cuando Denis Pinto cuenta en su bodega Viña el Socabón, en el distrito de Vítor, a hora y media de la ciudad de Arequipa, que el pisco nació en Arequipa, resulta algo poco creíble. Su teoría es aceptada y reforzada por historiadores e investigadores de estas tierras.

El viticultor Enrique Luque Vásquez y la comunicadora Luz Vilca determinaron que las primeras plantaciones de vid se dieron en los valles de Arequipa, específicamente Vítor y Majes. La conclusión se desprende de la Cédula Real de 1542, que da cuenta de las primeras plantaciones en dichos valles. “Constituyéndose así en el más antiguo y primer polo vitivinícola de América”, indica Luque Vásquez.

En La Joya, la familia Torres de la Gala cosecha su propia vid hace más de 20 años. Domesticaron un terreno árido y ardiente clima para cosechar magníficas cepas de uva Italia y de Albilla.

Todo ese peso histórico obligó al Gobierno Regional de Arequipa a crear una gran ruta segmentada en tres: la sur, que la componen La Joya, Vítor y Santa Rita; la centro, compuesta por Majes; y finalmente norte, que articula a Camaná y Caravelí.

La producción pisquera en Arequipa se remonta a la época colonial. Antaño los indios y esclavos la pisaban bailando y cantando para convertirla en mosto. Hoy esas prácticas fueron reemplazadas por las máquinas que reducen costo y tiempo. Inicialmente se le llamaba aguardiente de uva. A finales del siglo XIX se introdujo el término \”pisco\”, explica Luz Vilca.

Los  españoles sembraron los viñedos para elaborar vino, bebida clave en su gastronomía. El Rey Carlos V ofreció a sus súbditos una corona de oro a quien logre cultivar un viñedo. Pero el clima adverso echaba a perder rápidamente el vino, convirtiéndolo en vinagre. Es cuando idean destilarlo como aguardiente.

Los conquistadores ya conocían la tecnología de destilación con caña de azúcar, pero nunca la habían usado en uva, añade Vilca.

Hoy estos valles son los principales atractivos para la recién ideada Ruta del Pisco. Esta ruta turística pretende reavivar la tradición pisquera. Vilca afirma que el aguardiente majeño era el más reconocido en el Virreinato peruano. Llegaba hasta Paucartambo (Cusco). Allí los curas lo esperaban con ansias. Tal es la tradición que incluso hoy persiste la danza de Los Majeños, que se baila en julio durante la fiesta de la mamacha del Carmen. Los arrieros entraban cantando yaravíes y bailando Cashua (el galanteo). Los párrocos contaban que sus indios no se volvían locos cuando tomaban el aguardiente majeño, como sí les pasaba con otros aguardientes.

El aguardiente de uva de los valles de Arequipa llegaba hasta Bolivia, a las minas de Potosí, y también se exportó a los Estados Unidos, a las minas de Michigan, según Vilca.

La importancia del aguardiente de uva arequipeño radicaba en el gran comercio, pues aparte de ser rico se elaboraba en grandes cantidades. En Vítor aún persisten las grandes chombas de arcilla de hasta tres mil litros cada una y las botijas (de arcilla más pequeña y larga, como botellones), las que se transportaban a lomo de mula o llama. Unas chombas gigantes se encuentran en la bodega Viña Socabón, hoy de la familia Chávez Lucero. Están de adorno para el turista pero en Majes la familia Estremadoiro aún tiene 20 operativas y las usa para fermentar el mosto.

Silvia Farfán Molina es la residente de este proyecto del gobierno regional. Indica que en suma son más de veinte las bodegas que forman parte de la ruta, pero hay un porcentaje mucho más grande que elabora pisco y vino de forma artesanal, solo para la familia o para vender en poca cantidad.

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